domingo, enero 29, 2006, rallada de belga_seg a las 1/29/2006 04:36:00 p. m.
Si alguna vez te dicen que los sueños están para soñarlos… No te lo creas. Ni siquiera si te lo dice alguien a quien admiras más que a muchas cosas de este mundo. No te lo creas. No es cierto. Lo sueños están para soñarlos, y luego para cumplirlos. Llévale la contraria a ese alguien; por muy cabezota que sea, y por mucho que suelas darle la razón en todo lo que dice y justifiques todo lo que haga. Los sueños necesitan ser cumplidos.

No sé quién, ni por qué, ni cuándo decidió que yo debía de ir cumpliendo los míos uno a uno, pero sea quien sea le doy desde aquí las gracias; no sabe lo feliz que me hace. A veces me pregunto si “juego” es un sinónimo de “sueño”… ya sabes… por eso que dice todo el mundo de “desafortunado en amores, afortunado en el juego”… o como sea. Si no, creo que el refrán está equivocado.

Mi madre siempre me cuenta que aprendí a montar en bicicleta un día que le dije a mi padre: “Papá, he soñado que me quitabas los ruedines”. Le obligué a hacerlo, a quitarme los ruedines y llevarme con la bicicleta a La Fuencisla. Ese mismo día empezó en mí esa aventura que todo niño tiene alguna vez en su vida, la ciclista. Así aprendí a nadar también. Puede resultar curioso, o increíble… pero lo cierto es que a los pocos días de mi sueño de Indurain, mi almohada me contó que nadaba sin manguitos. Mi padre, viendo el buen resultado de la vez anterior, confió más en mis presagios y me metió en la piscina para ver si flotaba. Desde entonces y hasta estos últimos veranos, que no he nadado apenas, porque he preferido quedarme sentada al lado del socorrista (es lo que tiene hacerse mayor), me he movido como pez en el agua en piscinas y mares. Mi siguiente sueño me veía paseando por NY en limousina… pero ese no lo he cumplido todavía. Creo que mis poderes pitonísticos se me fueron de las manos.

La cuestión es que llevo alrededor de dos años soñando dormida y despierta, y veo como poco a poco se van cumpliendo esos sueños. La noche del 4 de Abril del año pasado ese alguien que convierte mi fantasía en realidad me bajó una estrella del cielo (foto)… Ayer, un comentario entre varias amigas, que hace un año y medio parecía absurdo y hecho en una noche de copas y cachondeo, se hizo realidad. Pude mirar, en los momentos fugaces en los que mi timidez me lo permitió, al búho cara a cara. Él con sus ojos y yo con mi guitarra… Solo fue una canción, pero suficiente para poder decir que otro de mis sueños se ha cumplido. Gracias chica de las promesas.



Canción: All at sea (Jaime Cullum)…. “I’m all at sea, where no one can bother me. Forgot my roots, if only for a day, just me and my thoughts sailing far away…”
 
jueves, enero 26, 2006, rallada de belga_seg a las 1/26/2006 11:52:00 p. m.
Comienza la cuenta atrás. Lo sé. Me da igual el cuándo, el cómo y el dónde. Sé que ashá o acá nos vamos a volver a ver. Sé que desde el momento en que nos hemos despedido, el momento en el que no has querido girar la cabeza para verme marchar, el momento en que vos habés cruzado el paso de peatones y shó he subido Gaztambide temblando… sé que en ese momento han empezado a correr los segundos para un nuevo reencuentro.
Me he intentado quedar colgada de tu abrazo, pero creo que de tanto shorar por dentro, el pegamento se estropeó y dejó de funcionar. Lo siento. Vos sabés bien lo forra que soy; no me pidás explicaciones. Perdoná si te hice daño al abrazarte. Pensé que si te abrazaba con todas mis fuerzas no te irías de mi lado. Pero shá ví que no; los cuentos de hadas tienen partes que hushen de la magia… mañana a estas horas volverás a cruzar el océano y otra vez será sentirnos sin tocarnos.
Pero bueno… ¿vos sabés a qué distancia estamos desde el instante en el que dejaste de mirarme? 1100 km?? No! Ché, mirála, shá está la boluda sabelotodo… No. Te habés equivocado… a un latido. Esa es la distancia que nos separa. Un pensamiento. Te tengo tan lejos… Te siento tan cerca. Por eso, si alguna vez ves que necesitás volver al kilombo de Madrid… no lo dudés. Cerrá los ojos bien fuerte e intentá escuchar algún ruido en la parte izquierda de tu pecho que te recuerde al sonido de los coches que, sin pena ni gloria, pasaban a nuestro lado mientras nos despedíamos. Y ahí estaré.
He estado a punto de descolgar el teléfono, en un último intento para decirte lo mucho que te quiero, pero he pensado que sería peor. Vos con tus lágrimas y sho con las mías. Cada una por su camino, pero las dos en el mismo.
Sé que no soy la única que piensa así, por eso quiero que a las palabras más bonitas de esta carta les pongás un nombre y una cara… de toda la gente que te ha acompañado en este tour…. Y las que sobren… las que sobren conserválas en una cajita, que algún día iré a buscarlas a Buenos Aires y en el camino de vuelta a España, las tiraré al mar, tá?
Ah! Se me olvidaba decirte… vos sabés por qué shovió en Córdoba, Sevilla, Bélgica… cuando te fuiste? Dejaste triste hasta al cielo… Mañana shoverá en Madrid. No soy la chica del tiempo, soy una boluda, pero algo entiendo de sentimientos.
Sin más… me despido… Te esperaré.


canción: "Intimidades" (Elena Bugedo)........ "Y aunque no entiendo nada, nada de la vida, no me arrepiento nada, de nada de la mía porque te quiero tanto, tanto y me pregunto si puedo inventar un mundo en el que no exista el adiós"
 
viernes, enero 20, 2006, rallada de belga_seg a las 1/20/2006 10:17:00 a. m.
(He rescatado algo que escribí hace unos meses... Sé que la mayoría lo habéis leído, pero esque no tengo tiempo para escribir... y para los que queiais explicación a las canciones, no hay manera mejor de explicar "Tres años después"... a veces suceden historias increíbles, pero ciertas... lo siento, es un poco largo...)



“Abre los ojos… abre los ojos… abre los ojos” se escucha de fondo mientras, en una habitación a oscuras, los dos comparten manta… Vestidos… La noche es fría y sólo sus ideas calientan alguna parte de su cuerpo… su cabeza. Todo parece volver a ser como antes. Ella comienza a recordar la última vez que compartieron esa manta. Sonríe. Es capaz de seguir la película a la vez que vuelve la vista atrás en el tiempo. Recoge cada palabra que la pequeña pantalla libera, relaciona las frases pares con hechos de su vida; en las impares, ríe con los comentarios que él hace. Y piensa, piensa, piensa…

Fue el día que empezaron a conocerse; un viaje de vuelta en un autobús sin calefacción, con el paisaje de infinitas montañas alemanas de fondo. Helados los dos, decidieron sentarse juntos después de una pequeña pelea en la que él se vio implicado. Ella llevaba la manta hasta el cuello; el vacío de su cuerpo se había cubierto de frío. Aún así, no le importó compartirla. Fue el comienzo de… una bonita amistad. Esa noche lo cambió todo. Conversaciones eternas, absurdas, interesantes, banales… Millones de palabras y otros tantos silencios, que hicieron que los dos llegaran a tener la virtud de radiografiarse el uno al otro, con el único rayo que una mirada más brillante de lo habitual desprende. A veces, ella confundía sus sentimientos por él. La constante lluvia belga le hacía ver todo borroso, difuso… ¿era amistad o era amor?¿cómo se medía el cariño?... Le dieron la mano al tiempo y lo pasearon de aquí a allá; del colegio al campo de fútbol, del cine a la pizzería, a la bolera… de la tierra a la luna menguante, donde ella acunaba sus sueños y estos crecían y crecían.

Un día, él conoció a alguien, y ella, aunque se sentía feliz por su amigo, empezó a llenar folios en blanco con poesías en las que versificaba sobre lo aparentemente sencillo que era todo. Lo complicado era expresarlo sin necesidad de boli ni papel. Poco a poco se dio cuenta de que alguien, quizás la inexperta experiencia, le había construido una autopista entre la cabeza y el corazón. Pero el camino hasta la garganta era una desgastada carretera con peligrosas curvas. Sus palabras solían morir en alguna de ellas. Y lo peor fue que nunca llegó a saber en cuál.

Algunos meses más tarde, la historia entre su amigo y la chica aquella terminó. Había habido juego sucio por parte ésta y una vez más en su vida, era a ella a quien le tocaba curar las heridas. Estaba acostumbrada; el contorno de su hombro ya iba adoptando una extraña forma de bastón… y sin necesidad de roce alguno… Además, debía hacer su trabajo de amiga en un espacio mínimo de tiempo, ya que los segundos iban acercándose peligrosamente a la orilla del Océano que les separaría, quién sabe si de por vida.

Antes de marcharse, ella le entregó la canción que le había dado por escuchar últimamente...”Tumbada mirando al techo, observando las estrellas que caen del cielo, y me pregunto dónde irá mi vida a parar”… Era un fiel reflejo de la incertidumbre ante el futuro que les esperaba a los dos; a ella cuaderno y bolígrafo en mano, y a él vestido de uniforme, preparándose para una posible guerra, sin haberle confiado a ella su, a veces probable, amor. Escribió un mensaje sobre el cartón que decía algo así como “Cuando creas estar solo, escucha esta canción y en seguida me tendrás ahí.”… Y se fue.

Pasaron dos años en los que poco supieron el uno del otro. Las conversaciones, tiempos atrás eternas, se desvanecieron en estúpidos y diplomáticos “¿hola qué tal?”. Ella, cuando de vez en cuando se acordaba de él, recordaba una frase que había leído en un libreto del Maestro: “hay cosas que nunca se dicen, y mueren en los corazones”. Y era cierto. Todas aquellas cosas habían quedado enterradas en el cementerio del olvido. La función debía continuar, y había continuado… Tras esos dos años de medio-mutismo, él decidió que no era feliz… Y volvió a cruzar el Océano, superando tifones en los que ella aún no se explica cómo no murió ahogado.

El día que, tras ser nómada durante dos meses por Madrid y sus alrededores, él llegó finalmente a la puerta de la residencia cargado de maletas, ella se alegró a medias. En su habitación, abrazada a su guitarra, algo le decía que aquellas cosas que habían muerto tiempo atrás parecían tener el extraño poder de resucitar. Sentía golpes conocidos en la parte izquierda de su pecho, que parecían dar con mayor intensidad cada vez, como queriendo salir de un lugar en el que nunca debieron ser encerrados.

Las conversaciones habían vuelto… Las risas, las confidencias, las anécdotas del pasado, los planes del futuro… Volvían a compartirlo todo… o casi todo…

En la 124, recoge los silencios que perdió por cobardía una vez… Minutos atrás los ha tirado finalmente a la basura… Mientras, suenan golpes secos de su olor en la mesilla… Vuelve a sentir el abrazo y el beso en la mejilla que él le ha dado, y en su cabeza retumba una palabra, “amiga”, que se funde con una frase… Espera que alguien la despierte, lleva 20 años soñando todo mal… “abre los ojos”…



Canción de la semana: Una vida contigo (Vega)….. “Cada despertar prometo buscar por cada rincón de esta habitación una vida contigo… que quiero seguir cuidando de ti, poder compartir una vida contigo”

 
martes, enero 17, 2006, rallada de belga_seg a las 1/17/2006 12:32:00 a. m.
Es increíble cómo hay historias que te cuentan una vez en la vida, y se te quedan grabadas para siempre en la memoria. Es increíble como muchas de esas historias pueden llegar a suponer un cambio radical en tu modo de ver el día a día.

Lucía tiene 20 años, como yo. Le cuesta hablar y moverse, aunque su cabeza sigue igual de ordenada que siempre… que siempre, dejando a un lado el tiempo que duró su coma; alrededor de cinco meses. Un accidente de tráfico, un día cualquiera, de esos con lluvia, en los que es mejor quedarse en casa viendo una película, acurrucada en el sofá del salón con una manta, le quiso quitar la vida hace algo más de dos años. Volvía con su padre de clase, o de la biblioteca… no lo sé muy bien. La cuestión es que el viaje de vuelta, al final, duró más de lo previsto.
Ni siquiera la conozco. Sin embargo la admiro desde el día que alguien especial me contó su historia. Lucía era incapaz de abrir los ojos. Dormida sobre la camilla del hospital, los médicos le iban restando poco a poco la esperanza a su corazón. Éste latía a menor velocidad de lo que fluyen las ideas en un mar de dudas. Hoy ella se pregunta qué habría sido de su vida si no llega a despertar en ese momento… La luz; eso habría sido de su vida.

Y hoy vuelve a ver el sol de otra manera,
Hasta lo puede ver tras la
niebla más espesa.
Y hoy puede contar que su corazón late
Más fuerte más
fuerte que el de nadie”


Y sin embargo, una luz diferente cae ahora sobre la mía cada vez que recuerdo su historia. Es medicina para un día gris, de esos en los que piensas que tu vida es una mierda porque no tienes a nadie que te abrace, o porque Febrero asoma su cabeza y la tuya está llena de pájaros que no dejan espacio para que los apuntes se posen sobre ella. Lucía no se lamenta por no poder ir a clase, sino que se alegra de que sus amigos sí puedan hacerlo. Lucía no se enfada con sus pies porque estos no puedan mantenerse en equilibrio durante mucho tiempo, sino que, poco a poco, a base de paseos por el parque, va haciendo que recuperen el ritmo que demostraban tener antes sobre la tarima de una discoteca. Lucía no se lamenta de la mala suerte de aquel día de Junio, sino que se siente afortunada por haber podido ver desde la ventana de un hospital, un día de otoño.

“más fuerte, más fuerte a cada instante”

El corazón de Lucía se va recuperando; cada vez siente más, cada vez late más… más incluso que el de cualquier fondista que se prepara para unos juegos olímpicos… Y es que en carrera de resistencia… no hay quien le gane. Tiene mi medalla de oro; Lucía es fuerte… con sus ganas de vivir aniquila no sólo su debilidad… también la mía… Gracias Lucía.




Disco de la semana: Cuerdas vocales y consonantes (Tontxu)
Canción: Amelie… “Diga lo que diga, y haga lo que haga, la malabarista te conquista con miradas, porque tiene duende, porque tiene gracia… miles de locuras y las suyas las más sanas”
 
jueves, enero 12, 2006, rallada de belga_seg a las 1/12/2006 01:03:00 a. m.
Tengo el corazón abierto de tantas heridas sin cicatrizar… Si te acercas, seguramente me deje querer. Si preguntas por mí y me entero, probablemente responda en silencio y luego recapacite. Si me tratas como a una princesa, no me costará entrar en tu reino. Soy fácil y difícil a la vez. Basta una mirada, unas palabras, una sonrisa para conquistarme… Hay mil maneras diferentes de hacerme creer que eres mago… Y todas ellas son lícitas para que no mucho más tarde embarque en un viaje a la deriva cuyo destino, (lo único seguro del crucero) si es que llego, eres tú; Tú, y tus virtudes, y tus manías, y tus defectos, y tú y tus canciones favoritas, y tus historias de ayer y tus sueños de mañana… Tú y todo lo que rellena dos letras vacías.
Lo que resulta casi imposible es que te alejes de mi mente si al final de mi viaje llego al paraíso. Y es ahí donde lo pierdo todo. Por alguna extraña razón tengo la virtud de adelantarme al futuro en sueños, y al final siempre me quedo sin él. Sin mi futuro. Sin mis paseos por Gran Vía agarrada de tu brazo, sin compartir contigo una taza de café caliente viendo desde un ventanal en altura como pasea la gente, sin ir al cine juntos y dejar que tus manos manejen las mías en la oscuridad… Sin que un beso tuyo rescate el aire que mi boca abierta suele dejar escapar… como si fuese gratis… como si no se me fuese un poquito de vida cada vez que suspiro por ti. Me quedo sin todo sumida en la nada. Quiero pisar el freno, pero sin embargo, me acelero…
Hay veces que pienso que me he enamorado del amor, y que éste corre mucho más rápido que yo desde mis quince años... Yo que siempre me creí buena atleta… y ahora veo que parece imposible de alcanzar… Y para tranquilizarme, me da por pensar que el encargado de asignarnos un cupido a cada uno no me asignó uno tuerto, sino uno con aspiraciones… Ingeniero… Uno que sólo tirará su flecha con puntería y extrema precisión el día que termine la carrera… por lo que parece, no debe ser muy buen estudiante…

(si ya sabía yo que esto del blog no iba a ser buena idea...)



Disco de la semana: Alguien que cuide de mi (Christina Rosenvinge)
Canción: Alguien que cuide de mi… “Alguien que cuide de mí, que quiera matarme y se mate por mí”

 
domingo, enero 08, 2006, rallada de belga_seg a las 1/08/2006 07:43:00 p. m.

(escrito el jueves 5 a las 2 A.M..... En medio de los pirineos franceses)

Estoy a cientos de kilómetros de ti, incomunicada, en medio de unas montañas que me pertenecen tanto como yo a ellas. Es decir, en nada. Alguna vez grito mi nombre para ver cómo suena en la boca de otro ser, aunque sea inerte como las rocas. Acto seguido me doy cuenta de que tan sólo es el maldito eco de mi voz, y un suspiro se funde con la nieve que se libera bajo mis pies. Me deslizo por su manto virgen, casi al igual que se desliza mi mirada ante la tuya; rozándola, pero sin apenas dejar huella. Si miro por la ventana lo único que veo es la opacidad del horizonte, pese a ser blanco. Mi más allá de cada día es prácticamente igual. Todo precioso, todo impecable, todo pintado sobre un fondo azul; claro de día y oscuro de noche, pero de cualquier manera, casi inalcanzable. Como tú. Nos separa la inmensidad.
Subo a la cima y pienso en la sensación que sentiría si me lanzase al vacío en uno de esos precipicios. Luego vuelvo a pensar en ti y me ocurre lo mismo. Es un querer y no poder. Es sentir el miedo antes de ni siquiera resbalar. Es un tenerte a escasos centímetros y ser incapaz de pronunciar palabra… Por lo de siempre, por no aburrir. Es querer conocerte más a fondo y empezar a vestirme de complejos, de temores, de inexperiencias, de rarezas… De todo lo que he ido acumulando durante años mientras te buscaba. Siempre fiel a mis principios de serte fiel. Me pongo capas y capas, como lo hago para subir a la cima cuando intento protegerme del frío… Al tenerte cerca, es como si quisiera protegerme del calor. Soy incapaz de mirarte a los ojos. Soy incapaz de colorear el blanco de transparente y dejarte ver lo que siento, lo que pienso.
Como ves, todo me recuerda a tu inexistencia. Incluso alguna película parece ser espejo de mi soledad, de mi eterno viaje en tu búsqueda, de mis líos de harapientas vestimentas. Creo que aún no tengo los huesos de cristal, si no, con total seguridad, no sería capaz de descender estas montañas con dos tablas bajo mis pies a la misma velocidad con la que mis temores se repiten en la mente, sin cesar… Y creo más aún que no quiero que con el paso del tiempo, mi corazón se vaya volviendo seco y frágil… Así que creo, que todavía me quedan segundos para lanzarme al vacío… pero dame una señal. Sé el eco de mis pensamientos... Y que pase un ángel de puntillas...
disco de la semana: "O" (Damien Rice)
canción: Cannonball... "You step a little closer each day, and I can't say what's going on (...) it's hard to grow, when you know that you just don't know"
 
lunes, enero 02, 2006, rallada de belga_seg a las 1/02/2006 02:30:00 a. m.
Os jodeis. Realmente os jodeis la vida. Hace unos años que se fue. Siempre tuvo ese aspecto de hombre bonachón; con su considerable barriga, su calva, sus ojos grandes y su inamovible sonrisa. Puede sonar a tópico, pero todo el mundo lo quería. Solo había algo de él que detestaba, y era el eterno olor a tabaco en su jersey. Le tengo en mi mente a todas horas, es mi ángel, lo sé. El frío del invierno se hace más intenso al recordar el vacío que dejó en el hueco de la terraza. En su casa ya no se pone Belén… Ella no me ha dicho por qué, pero estoy segura de que la razón está en que el ángel le robaría protagonismo a la Virgen, al Niño y a San José… Creo que fue porque me acabé acostumbrando, el caso es que cada vez que cruzo la puerta de su casa, parece como si el humo aún flotase en el ambiente. Como si él siguiese ahí. Y sin embargo, no es así. Acabó muriendo, junto con su inseparable cigarro, en el fondo de un cenicero.
Y ahora él. Hace unos meses se lo diagnosticaron. Desde entonces su aspecto de general de Artillería ha ido en declive. Si no fuese por las medallas, las fotos y los premios que visten las paredes de su hogar, cualquiera lo diría. Hoy me he fijado en sus piernas, y es como si los pitiillos que fumase antaño se hubiesen apoderado de sus músculos. Su fuerte cabellera ha dejado paso a una afeitada cabeza, de la que parecen salir todos esos humos acumulados desde su adolescencia. Hoy, me pesa decirlo y pensé que jamás lo diría; es un anciano gruñón e injusto con ella. La admiro. No sé cómo aguanta. Hoy también me ha gritado a mí, sin razón, por meterme “donde no me llaman”. He estado tres horas llorando… A la cuarta han llamado. Se lo llevaban al hospital. Confío en que se recuperará pronto, porque mi ángel, que al fin y al cabo es el suyo también, lo vigila.
A mi sólo me queda el consuelo de rezar… por él y por toda la gente a la que quiero, y que se empeña en meterse al demonio en el cuerpo, voluntariamente, a base de aspiraciones que no aspiran a nada. Sólo queman, por dentro y por fuera.
canción de la semana, del día, del momento, de cada segundo que pienso en él: "el hombre del frío" (Tiza)
"pocos kilos vestían su vida... de pronto se fue hacia algún lugar donde nadie le fuera a buscar, dejó la inmensidad, el silencio en un lugar..."