martes, mayo 27, 2008, rallada de belga_seg a las 5/27/2008 01:31:00 p. m.

Seguramente sea la última. Quizás no. Sea cual sea, es la que toca ahora. Y es de nuevo la que si bebo, sabe a victoria. No; no me voy acostumbrando, pero me gusta más que todas las que había probado hasta ahora. Agua bendita. Cuando gano, el agua de la ducha quema mucho menos, aunque sale más caliente, y el tiempo que dura ésta también es más largo, por mucho que cuando pierda, todos los segundos se transformen en horas. Hay pocas sensaciones como la de una ducha después de un esfuerzo físico, alguna menos como aquellas que se producen tras una victoria, y ninguna es tan única como la ducha definitiva; la que, mientras las gotas recorren el cuerpo sin que apenas me de cuenta, hace de ruido de fondo mientras en mi cabeza suena el We are the champions, o cualquier otra versión que cumpla en funciones.
Los cristales del baño se van empapando de vaho y sigo ahí, levantando los brazos y cerrando los ojos a la par que el gel y el champú me ceden sus burbujas para ir encerrando en ellas cada uno de los momentos del partido... o de todo el campeonato. Hoy, desde luego, no ha sido mi día. He marcado un gol, sí, pero eso no significa nada; mi prima no ha metido ninguno y, sin embargo, una vez más, ha sido la mejor. Si de algo me alegro es de que hayas sido tú quien haya marcado los otros cuatro. Te lo merecías y se lo merecía; estoy segura de que te ha visto desde algún lugar y se ha sentido orgullosa. Yo sabía que tú tenías que jugar este partido; no había nadie en el equipo que lo fuese a entender mejor. Me enfrento de cara al chorro, cerrando con fuerza los párpados y la boca. Sacudo un poco la cabeza, vuelvo a mirar de frente y sonrío al recordar el golazo que os habéis marcado. ¡Qué cabronas! Somos un equipo y eso es lo que nos ha hecho ganar una vez más. Somos buenas... sí, somos buenas.
El agua sigue corriendo y, poco a poco, lo que al principio era una manera de borrar el sudor del cuerpo y la congestión de la cara, se va convirtiendo en refresco, en alivio. El asma por fin me ha dado tregua y cada vez toso menos. Me ha jodido que apareciese justo hoy; justo cuando no tenía que aparecer. Habré hecho un mal partido, pero juro y perjuro que hoy lo que me sobraba era la motivación. Quería salir a correr, a gastarme, a presionar como pocas veces lo hago... y por culpa de la maldita respiración me he quedado a un pulmón de conseguirlo... Me cae por la nariz descendiendo hasta los labios, resoplo y me voy dando cuenta de las heridas que me ha dejado la batalla en el cuerpo. Un arañazo en la parte inferior de la muñeca, un rasguño que parece marcar el camino hasta el codo y otro que se intenta interponer entre las líneas de la palma de mi mano, y que contribuye a la incertidumbre de mi futuro, un moratón en el costado y otro cercano a la espinilla. Este árbitro solo ha pitado el penalti que nos ha dado el empate y que ha sido la única falta que en realidad no era.
Cuelgo la ducha en su sitio. Cierro el grifo. Me seco la cara con el albornoz. Final del partido. Enhorabuena campeonas.


Disco de la semana: Todo llegará (Rebeca Jiménez)
Canción: Antes de Marchar... “Me gustaría sentirme a salvo, pero lo dudo si tú no estás; ¿por qué no dejas de colarte entre mis sueños?¿por qué no dejo de pensar en ti? Antes de marchar, déjame cerrar la puerta que no quiero que entre nadie si te vas...”
 
domingo, mayo 18, 2008, rallada de belga_seg a las 5/18/2008 11:56:00 p. m.

Hola... ¿me lees? ¿Cómo estás? Van a cumplirse cuatro meses desde que te fuiste y echarte de menos se ha convertido en una rutina que, te pido perdón, a veces se me olvida. Pero eso no significa que me haya olvidado de ti. Ni que me vaya a olvidar. Nunca. Eso es imposible y tú lo sabes; además, te llevaste un poquito de mi media respiración, y siempre he querido tener vocación de recaudadora de impuestos, así que tú serás mi víctima cuando consiga tenerla. ¿Por qué no te la quedaste entera?; la media respiración, digo. Ahora no te estaría escribiendo esto... Sí, ya lo sé, ya sé que lo último que querías era marcharte... pero nos dejaste aquí... tan tristes... Supongo que me verías desde allí, así que no hará falta que confiese que apenas lloré; un par de lágrimas, quizás tres o cuatro, pero no muchas más. Estaba triste, claro que lo estaba. Aunque a la vez siempre supe que ibas a estar mejor donde quiera que te llevaran que aquí. Ya no tenías ni fuerzas para mirarme, para decirme adiós cuando te iba a visitar sin ninguna gana (porque encontrarte así era lo que menos me apetecía del mundo), y eso sí que me hacía llorar. Entonces no podías verme, porque aún no estabas en todas partes, pero lloraba en mi cuarto, en el cuarto de baño, en algún concierto... Lloré muchas veces acostada en la cama también; preguntándome qué estarías pensando tú en esos momentos. Aquello sí que me hacía llorar...
¿Qué tal te tratan por allí? Seguro que cuando llegaste estaban el tío y la abuela bisa esperándote para recibirte con los brazos abiertos. O con las alas; porque seguro que tienen alas. El tío seguro; no me digas que no, porque siempre he sabido que era mi ángel de la guarda. Y ahora tengo dos. ¿A ti qué tal te quedan? Tienes que estar gracioso. Espero que te hayan llevado a comer a algún sitio de esos que te gustaban a ti; no me creo que no haya una Plaza Mayor con una terraza en la que te tomes el vermú todos los domingos. Y con lo esmirriado que estabas los últimos días, espero que te hayan alimentado bien y te hayan devuelto el aspecto que tenías antes de todo... ¿Sabes? No te enfades, pero no me gusta mucho mirar las fotos y verte tan guapo. Me da rabia pensar que mis últimos recuerdos de ti no son así. Y me pongo triste. La abuela lo hace todo el rato; mirar las fotos y ponerse triste, incluso a veces la saca del bolso y se pone a besarla sin sentido... no le podemos culpar, y aunque no me guste nada cómo se comporta algunas veces, llego a entenderla un poquito. Ella sí que te echa de menos. Muchísimo. Pero está siendo tan fuerte como lo fue cuando aún estabas aquí. El otro día le dije una cosa y se puso más triste; creyó que yo no creía que después de esto hubiese otra vida, que nos fuésemos a reencontrar... y ya ves, si me viese escribiéndote... Pero tú ya sabes cómo es; entiende lo que quiere entender, y a veces entiende mal. Como todos, claro.
Bueno, yo te escribía por algo... algo por lo que ojalá no tuviese que escribirte, pero la vida es muy puta a veces, y hay personas a las que no les da tanto tiempo aquí abajo como te dio a ti para disfrutarla. Quiero que vayas a recibir a la madre de una amiga; que la vayas a recibir como seguro te recibieron a ti. Tiene que estar a punto de llegar porque se ha ido esta tarde, desde Alicante, y fíjate, hasta en Segovia se ha puesto a llover de repente. Quiero que la cuides allí tanto como yo voy a intentar cuidar de su hija aquí. Que no le falte nada. Que le presentes al tío y a la abuela bisa y cuando necesite un abrazo estéis allí alguno de los tres para dárselo. Quiero que le enseñes tu nueva Plaza Mayor, tu nueva calle Real por la que des paseos, que le presentes a tus nuevos amigos... aunque ella sea mucho más joven, pero nunca está de más conocer gente. Quiero que no se sienta sola. Pero sobre todo, quiero que le enseñes cómo ponerse en contacto con mi amiga, como tú lo estás conmigo, para que le dé fuerzas y solo le permita llorar lo justo, porque a veces los abrazos de los que estamos abajo no son suficientes... ¿Me prometes que lo vas a hacer? Por favor, inténtalo...
Gracias... Espero que tú también nos eches un poquito de menos. Te quiero.

PD- ¡Ah! Se me olvidaba, si te encuentras con Dios un día de estos, por favor, dile que deje de comunicar, que en el tópico de cáncer sigue la guerra... y si llega a tiempo, quizá exista la posibilidad de salvar al abuelo de alguien muy especial para mí...


Disco de la semana: Tristefeliz (Luis Ramiro)
Canción: Hola caracola... “y debe ser que no soy como los demás, que a veces te abrazo, empiezo a llorar y digo hola, hola, hola caracola te dedico esta canción aunque mi voz se rompa en pedazos, allí estaré yo”
 
miércoles, mayo 14, 2008, rallada de belga_seg a las 5/14/2008 12:25:00 a. m.
Me asustas, ¿sabes? Me das a elegir y luego no me das opción, porque no veo que haya nada que me convenga más, o que me asegure menos. Te tengo miedo. Sí, te tengo miedo. ¿Soy una cobarde? Puede que lo sea, pero a estas alturas de vida, no sé quién iba a sorprenderse de eso. Los que me conocen, lo hacen bien, y aquellos que no me conocen son personas a las que nunca he importado lo suficiente. O personas que nunca me han importado lo suficiente.
No me importa ser cobarde, lo que me importa es tenerte miedo. Porque no me gusta esta sensación. Porque siento que tengo un precipicio delante, y al que el mundo me empuja y por el cual no tengo muchas ganas de caer. Y todos los días pierdo el equilibrio, y unas veces estoy más cerca y otras más lejos. Yo solo quiero escribir. Escribir. Es-cri-bir. Me da igual dónde y para quién, lo único que no me da igual es cómo. Quiero escribir como yo sé escribir. Y sé que sé. Y sé que hay lugares donde puedo hacerlo como sé. Y es lo único que quiero. Aunque otras veces lo que quiero es tenerte cerca, a ti y a ti y a ti y a tantos ti, y entonces se me olvida que quiero escribir. Y esas mismas veces me apetece la sensación de libertad que un lugar me da y otro no, y también se me olvida que quiero escribir. Y a veces, esas veces también me recuerdan la sensación del placer que provoca escuchar un disco en directo, y también se me olvida que lo que más quiero en el mundo es escribir. Bueno, en realidad, esas veces sueño que escribo crónicas de conciertos y que vivo de eso; que las notas me alimentan y los baretos y salas llenas de humo y de oscuridad se convierten en el prólogo de un hogar. Ya ves tú, ¡qué tontería! ¿quién quiere comprar la música en diferido y en palabras, si no se puede escuchar?
Luego pienso que volver a vivir contigo no puede ser tan malo. Que después de dieciocho años haciéndolo, volver a mi habitación, a tus mimos, a tus besos de buenas noches todos los días no tiene por qué significar retroceder. Y entonces tengo más presente que nunca que lo que yo quiero es escribir, aunque tú lo que prefieras es que me vaya de casa y me convierta en una estrella; quizás yo no sea la más ilusa en toda esta historia. A veces me encantaría tener poder de convicción. Poder de convicción. Suena poderoso. Lo utilizaría para convencerte de que, como dijo alguien alguna vez, “a veces, menos es más”. Y que yo lo que quiero es más, pero no a cualquier precio. Y ¿sabes qué es lo peor? Que una vez lo compré al precio que yo quería, o mejor, me lo regalaron. Gratis. Entonces supe que lo único que quería era escribir. La culpa la tuviste tú... y tú... mi sueño se arrugó como una bola de papel y dio la vuelta, y ahora soy yo la que da vueltas y vueltas a una historia en la que presiento cuál va a ser el final.
Pero no voy a dejar que llegue tan pronto, y además le voy a dar la opción de cambiar, porque decir “no” de primeras sería una estupidez. Quiero darme la oportunidad de decir: fui yo la que se negó. Fui yo la que prefirió la libertad a estar de acuerdo con lo que el resto considera que es lo mejor. ¿qué es lo mejor? ¿qué es el éxito? ¿qué es el triunfo? No lo sé. Yo sólo sé que quiero escribir. Me da igual dónde y para quién... o no, quizás tampoco me da igual para quién. Quiero que me llamen por mi nombre y me tiren bolas de papel cuando esté distraída. De momento sólo conozco un lugar en el que ocurre eso. Pequeñito, sí, pero acogedor. Eso es lo que importa.


Canción de la semana: “Mi realidad” (Tiza)
“Y lo que tengo solo es miedo, hace tanto frío a veces a este lado de cuento, hace tanto frío, hace tanto frío en este invento (...) Hay tanta gente alrededor que quiere más de lo que quiero yo... invéntame un final feliz donde quepamos todos en Madrid...”
 
viernes, mayo 09, 2008, rallada de belga_seg a las 5/09/2008 01:25:00 a. m.
No deja de resultar extraño; lo mucho que te quise y el hecho de que ahora, viviendo en el mismo lugar, ni siquiera nos dirijamos la palabra. Nunca sabré si la culpa la tuve yo o la tuviste tú. Nunca sabré si existió realmente una culpa. ¿Qué nos pasó? Tú pensarás que los celos. Yo indicaría que la indiferencia. Tu indiferencia. Yo me porté como lo que no soy, un caballero, y tú como el estafador más grande sobre el planeta. No pretendía que me contases tus secretos, simplemente que me tratases como lo que días antes me habías invitado a ser: tu amiga. Tu amiga de siempre. Nada más. Más suele acabar en menos.
Reconozco que fue duro al principio; saberte tres pisos más abajo y obligarme a dejar de quererte... porque yo quería dejar de quererte, ¿sabes? Fue lo que más deseé hacer desde el momento en que me sentí traicionada; dejar de quererte. Ni siquiera olvidarte; simplemente dejar de quererte. Y tardé muchísimo tiempo, el suficiente como para darme por enterada de que habías sido la única persona en el mundo de la que me había enamorado alguna vez. Y aunque no lo creas, aún me importas; de una manera o de otra. Lo sé porque no pude evitar acordarme de ti el otro día mientras repetía el ritual de decirle a la persona de la que estoy enamorada ahora mismo, y que, para que te enteres, te da once mil vueltas, lo que te dije a ti aquella vez multiplicado por siete. Como sé que te da igual, porque sé que te da igual, porque a lo largo de estos tres años te ha dado igual todo lo referente a mí, te diré que no se parece a ti en nada. En nada. En nada de nada. Ni lo que siento ni lo que seguiré sintiendo. Contigo ni siquiera creí en los milagros; esta vez, sin embargo, sí que lo hago. Y lo hago porque han pasado cosas que la razón nunca podría explicar y porque confío en que se dé cuenta de que hay especialidades que desbordan el límite de lo especial. Contigo la razón siempre pudo explicarlo todo; lo pudo explicar de tal manera que desde que llegaste a Madrid quise comprarte un disco que vendían en un escaparate y al ir a cruzar la puerta de la tienda siempre terminaba pensando que era absurdo porque ni siquiera te haría ilusión. Esta vez compro un disco detrás de otro y un libro siguiendo al anterior, y regalo canciones de ahora y de antes y las cambio por sonrisas mágicas. Contigo nunca supe cómo era una de esas; tú nunca hiciste magia. Entérate.
Te preguntarás por qué te cuento esto ahora... Te he visto saliendo del comedor mientras te abrazaban por detrás, y me he acordado de cuando me acordé de ti el otro día y también de cuando quise abrir los ojos aquel noviembre... ¿Sabes? Se parece tan poco a entonces, que en esta ocasión me niego a abrirlos; quiero seguir soñando, seguir confiando ciegamente en que ojos que no ven, corazón que no miente y que tarde o temprano se verá... Y a quien no le guste, que no mire. Y punto.


Canción de la semana: “La mancha de mora” (L-Kan)“gritas un clavo saca a otro clavo o juras que tu sitio está a mi lado, cuando se va un autobús pasan tres o no sabes quién eres si no me ves... quién eres si no me ves”