martes, abril 14, 2009, rallada de belga_seg a las 4/14/2009 01:46:00 a. m.

Y de repente, al cruzar la puerta, todo se volvió pequeño. Incluso los ciervos del tapiz de la entrada. Me quedaban a la altura, les podía mirar de frente y marcar mi territorio; ese que otorgan y delimitan los años y más años que llevo subiendo a ese ascensor que hace un tiempo hacía “din-don” y que ahora... Ahora ya no eres tú quien me cuenta lo que hacía.
Es curiosa la forma en la que el paso de los años, del tiempo, de los segundos... no, de los segundos no. Es curiosa la forma en la que el paso del tiempo reduce el tamaño de las cosas. Quizás también de las sensaciones. La capacidad que tiene para convertir lo que era inmenso en minúsculo. Estoy convencida de haber jugado en la bañera con un Espinete enorme, siete veces –como mínimo- más grande que el que encontré en el suelo al retirar la cama de la pared para barrer. Menos mal que el pasado no se puede limpiar y que es imposible acabar con aquello que una vez me dio tantos momentos de felicidad. De acuerdo, quizás ese extraño poder que tiene el tiempo con el tamaño es un arma de doble filo. De acuerdo, quizás ese Espinete no era el que metía en la bañera. Había tantos Espinetes...
Pero da igual. Eso no importa. Lo que resulta interesante es que lo que antes parecía un largo y ancho pasadizo entre la cocina y la habitación, ahora apenas es un balcón en el que si me crece la tripa, es posible que deje de respirar. Y no, esto no tiene nada que ver con tu ausencia. Me molesta saber que el mueble del salón no sube hasta el cielo, y que es posible ver lo que hay sobre su superficie; polvo. Nada más. Ya; me dirás que eso lo he podido comprobar hace muchos años, y yo te diré que entonces nunca tuve necesidad de alcanzar el cielo. Me gustaba que fuera imposible rozarlo. Pero ahora sí. Ahora me fijo en esas cosas, busco atajos que me lleven a tocarte. Y el mueble del salón de la casa de Alicante es ya uno menos.
El único consuelo que me queda es haberme dado cuenta del poder minimizador del tiempo; no sé si escribir esto, pero el cubo de lágrimas con el que destrocé castillos de arena este verano también se ha vuelto más pequeño. Te sigo echando de menos, muchísimo, siempre lo haré, pero el dolor también ha visto reducido su tamaño. Como Espinete. Digo yo que será cosa del tiempo.


Canción de la semana: “Llegaremos a tiempo” (Rosana)
“No te quedes aguardando a que pinte la ocasión que la vida son dos trazos y un borrón (...) Tengo miedo de que el miedo te eche un pulso y pueda más, no te rindas, no te sientes a esperar”